Su función no era la de pegamento entre las piedras. Se utilizaba para que éstas no resbalasen.
Era una mezcla de cal (arena cocida), tierra y agua. Las proporciones debían ser muy precisas. Un exceso de agua implicaría poca resistencia y adherencia; falta de agua implicaría que el mortero fuese poco manejable.
La construcción de las grandes catedrales se hacía en verano ya que este mortero tardaba en fraguar y con el frío no fraguaba correctamente.
Visto en un documental se la serie "Antiguas Superestructuras" del National Geographic. Este capítulo trataba sobre la construcción de una catedral en Francia en la Edad Media
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